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  1. La Encarnación de Dios es la Encarnación del Hijo, no del Padre, ni del Espíritu Santo. No obstante, la Encarnación fue una obra de toda la Trinidad. Por eso, en la Sagrada Escritura a veces se atribuye a Dios Padre (Hb 10, 5; Ga 4, 4), o al Hijo mismo (Flp 2, 7), o al Espíritu Santo (Lc 1, 35; Mt 1, 20).

  2. Los años de vida oculta de Jesús y su condición de Siervo nos revelan, de forma incomparable, la humanidad del Hijo de Dios: hasta qué punto se hizo uno de nosotros, "en todo exactamente como nosotros, excepto en el pecado" (Hb 4, 15).

  3. Los misterios de la vida oculta de Jesús. 531 Jesús compartió, durante la mayor parte de su vida, la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios (cf. Ga 4, 4), vida en la comunidad.

  4. El verbo se hizo carne (Jn 1,14) Juan llama “carne” al hombre entero haciendo ver la humildad por parte de la majestad del Verbo al hacer el gesto de encarnarse para vivir entre los hombres. La Iglesia llama “Encarnación” al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo, mediante ella, nuestra salvación.

  5. 9 de enero de 2013. Queridos hermanos y hermanas: En este tiempo de Navidad, nos detenemos de nuevo en el gran misterio de Dios que bajó de su Cielo para entrar en nuestra carne. En Jesús, Dios...

  6. ¿Quiere Dios que celebremos la encarnación? Dios no ordena en ninguna parte celebrar la encarnación de Jesús. Pero lo que sí nos pide es conmemorar su muerte (1 Corintios 11:23-26). Obviamente el Hijo de Dios no podría haber muerto si no hubiera venido en la carne.

  7. La Biblia describe la Encarnación en el Evangelio de Juan, donde se dice que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1:14). Esto significa que Jesucristo, quien es el Verbo de Dios, se convirtió en un ser humano y vivió entre la humanidad.