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  1. El crepúsculo y sus magníficos ministros, Y el cosquilleo de la medianoche solemne y silenciosa; Si el aullido del Otoño que suspira en la madera, Y el traje del invierno se corona con la pureza. Del hielo estrellado sobre la hierba cana y las ramas desnudas; Si el jadeo voluptuoso de la Primavera cuando respira.

  2. Percy Bysshe Shelley. Amor, Honor, Confianza... El día es más sereno y más solemne... Espíritu, belleza que consagras... La sombra de una fuerza... Ninguna voz de un ámbito sublime... Soy como un espíritu que mora... Su voz tembló cuando nos separamos... Temo tus besos, dulce dama...

  3. 9 de oct. de 2021 · PERCY B. SHELLEY. POEMAS «Nada en el mundo es simple». Retrato de Percy B. Shelley con veintinueve años. Podría decirse que para Percy Bysshe Shelley (1792-1822) existían en el panteón de las divinidades, que los poetas románticos han considerado como propias, dos diosas que brillaban más que el resto.

  4. Prometeo liberado. [Poema - Texto completo.] Percy Bysshe Shelley. Tú bajaste, entre todas las ráfagas del cielo: al modo de un espíritu o de un pensar, que agolpa. inesperadas lágrimas en ojos insensibles, o como los latidos de un corazón amargo. que debiera tener ya la paz, descendiste. en cuna de borrascas; así tú despertabas,

  5. La serenata india. [Poema - Texto completo.] Me ha llevado -¿quién sabe cómo?-. A la ventana de tu cuarto, ¡Dulce! ¡Oh, amado como tú lo eres! ¡Oh elévame de la hierba! ¡Muero!, ¡Desmayo! ¡Caigo! Sobre mis párpados y labios pálidos.

  6. A continuación puedes leer tres estrofas de uno de los poemas más significativos de su obra, la elegía Adonis (1821), en la que expresó su dolor por la muerte temprana de su amigo John Keats. Percy Bysshe Shelley. Imagen en Wikimedia Commons. bajo dominio público. Adonais.

  7. 4 de ago. de 2020 · Cuatro poemas de Percy B. Shelley. El espíritu del mundo. En lo hondo, muy lejos del borrascoso camino. que la carroza seguía, tranquilo como un infante en el sueño, yacía majestuoso, el océano. Su vasto espejo silente ofrecía a los ojos. luceros al declinar, ya muy pálidos, la estela ardiente del carro.