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  1. Entre Cristo y aquel hombre tiene lugar un diálogo tenue, compuesto por dos frases esenciales. Por un lado, está la petición del malhechor, al que la tradición llama «el buen ladrón», el convertido en la hora extrema de su vida: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino».

  2. El Buen Ladrón, conocido también como san Dimas, es uno de los dos malhechores que según los evangelios fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús de Nazaret. En el evangelio de Lucas se relata que Jesús dijo al «Buen Ladrón» durante la crucifixión que antes de que acabara el día, estaría con él en el paraíso.

  3. 39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas ...

  4. El buen ladrón, ante Jesús, entra en sí mismo y se arrepiente, se da cuenta de que se encuentra ante el Hijo de Dios, que hace visible el Rostro mismo de Dios, y le suplica: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino» (v. 42).

  5. 2. La conversión del buen ladrón. La muerte de Jesús. Acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino. Y le respondió: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso. Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net. No todo fueron insultos y burlas en torno a Jesús. "Uno de los ladrones crucificados le injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo?

  6. Jesús, amigo de los pecadores y publicanos (Mt 9,11; 11,19; Lc 15, 1-2), tú has venido para salvar no a los justos sino a los pecadores ( Mt 9, 13) y has querido darnos la prueba de tu amor "tan grande" ( Ef 2, 4 Vulg)

  7. El buen Ladrón nos trasmite un mensaje: la misericordia divina puede, en un momento hacernos pasar del abismo más profundo a la santidad más elevada. Él fue el primer “canonizado” de la historia de la historia de la salvación. El mundo atraviesa una crisis de esperanza. Y sin embargo, Jesús siempre sale a buscar a quien parece perdido.