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    Charles Bovary, después de que éste se lo dictó, deletreó y releyó, ordenó inmediatamente al pobre diablo que fuera a sentarse en el banco de los desaplicados al pie de la tarima del profesor. El muchacho se puso en movimiento, pero antes de echar a andar, vaciló.-¿Qué busca? -le preguntó el profesor.

  6. la clase, y el profesor, que por fin logró captar el nombre de Charles Bovary, después de que éste se lo dictó, deletreó y releyó, ordenó inmediatamente al pobre diablo que fuera a sentarse en el banco de los desaplicados al pie de la tarima del profesor. El muchacho se puso en movimiento, pero antes de echar a andar, vaciló.

  7. Yo leí Madame Bovary en el verano de 1959, al llegar a París. Nunca me había ocurrido antes, ni me ha ocurrido después, que un libro absorbiera mi atención de tal manera que me pasara horas de horas prendido de él, olvidándome de comer y de todo hasta que me rindió la fatiga y caí dormido con el libro entre las manos.