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El método del robo no fue menos ingenioso que audaz. El documento en cuestión—una carta, para ser franco—había sido recibido por la persona robada mientras estaba sola en el boudoir real. Durante su lectura fue interrumpida repentinamente por la entrada de otra persona exaltada de quien especialmente deseaba ocultarla.
LA CARTA ROBADA Y OTROS CUENTOS. EDGAR ALLAN POE. LOSADA - 9789500305730. Escribe tu opinión. Novela negra. Sinopsis de LA CARTA ROBADA Y OTROS CUENTOS. En los relatos de Poe el interés novelesco es atrayente como un torbellino. Su solemnidad sorprende y mantiene la curiosidad en aumento, sintiéndose que allí va a suceder algo grave.
1 de ene. de 2012 · Un prefecto de la policía recurre al detective Dupin y a su amigo, el narrador, con el objetivo de resolver el caso de una carta robada en las cámaras reales, la cual el ladrón usa para obtener poder sobre él con fines políticos.
RESEÑA: Los siete cuentos de este volumen abarcan tres facetas de Poe como narrador: el autor de literatura fantástica y precursor de la ciencia ficción (Manuscrito hallado en una botella y El pozo y el péndulo), el escritor de ficciones de terror (El retrato oval, El corazón delator y El gato negro) y el más famoso de todos, el inventor ...
El documento en cuestión -una carta, para ser francos- fue recibido por la persona robada mientras se hallaba a solas en el boudoir real. Mientras la leía, se vio repentinamente interrumpida por la entrada de la otra eminente persona, a la cual la primera deseaba ocultar especialmente la carta.
Un policial que transcurre en París en los años 1800. Un prefecto de la policía recurre al detective Dupin y a su amigo, el narrador, con el objetivo de resolver el caso de una carta robada en las cámaras reales, la cual el ladrón usa para obtener poder sobre él con fines políticos.
Lentamente se desarrolla un asunto cuyo gran interés está en una pequeña desviación del intelecto, en una hipótesis audaz, en una paradoja de la naturaleza. El lector, en pleno vértigo, sigue cautivo al autor en sus sorprendentes deducciones’. Charles Baudelaire.
