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  1. Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy enferma porque se veía muy pálida y sonaba terrible. —¡Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes! —Son para verte mejor —respondió el lobo. —¡Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes! —Son para oírte mejor —susurró el lobo.

    • Blancanieves

      Pero los enanos eran muy amistosos y le preguntaron su...

    • La Cenicienta

      Sin embargo, cuando llegó el día de la fiesta, su madrastra...

  2. Cuando se acercó a la cama, a Caperucita le pareció que su abuela estaba muy cambiada. Extrañada, le dijo: – Abuelita, abuelita ¡qué ojos tan grandes tienes! – Son para verte mejor, preciosa mía – contestó el lobo, suavizando la voz.

  3. Caperucita Roja es una niña inocente que entabla una conversación con un lobo desconocido en el bosque y le confía información sobre su destino y el contenido de su cesta. El lobo, aprovechándose de su ingenuidad, se aprovecha para llegar antes a la casa de la abuelita y comerse a la anciana.

  4. www.cuentoscortos.com › cuentos-clasicos › caperucita-rojaCaperucita roja - Cuentos Cortos

    Cuentos clásicos. Autor: Charles Perrault. Edades: A partir de 3 años. Valores: obediencia, prudencia. Había una vez una dulce niña que quería mucho a su madre y a su abuela. Les ayudaba en todo lo que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su abuela le regaló una caperuza roja.

  5. Resumen. Una niña recibe de su madre el encargo de llevar una cesta a su abuela enferma que vive en el bosque, advirtiéndole que no hable con desconocidos. Pero por el camino se encuentra un lobo y se para a hablar con él, dándole detalles de lo que va a hacer.

  6. Desde ese día, Caperucita Roja aprendió a escuchar los consejos de su mamá y nunca más se desvió del camino cuando iba a visitar a su abuelita. Y así, Caperucita, su abuelita y el cazador vivieron muchos días felices, siempre recordando la aventura en el bosque.

  7. Cuento de Caperucita roja. Había una vez una dulce niña, que todos la llamaban Caperucita Roja, por llevar siempre con ella un abrigo de ese color que tanto la identificaba. Se lo había regalado su abuela, que amaba a la niña como a nada en el mundo. Un día, la madre de Caperucita Roja dijo: «Toma, niña, lleva esta canasta a tu abuela.

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