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UN POEMA DE VÍCTOR HUGO 1 "TE DESEO" Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar. Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes
Caminaré los bosques, las montañas severas. Ya no resisto el tiempo que de ti me separa. Andaré, pensativo, puesta en ti la mirada, sin oír lo que llama, sin ver lo que fulgura, solo, oscuro, encorvado, con las manos cruzadas, triste, y para mí el día será la noche oscura. No miraré ni el oro que la tarde derrumba.
Sé bien que me estás esperando. Andaré por los bosques, cruzaré las montañas. Porque lejos de ti ya no puedo seguir. Andaré con los ojos fijos en lo que piense, sin ver nada de fuera, sin oír ningún ruido, solitario, encorvado, con las manos cruzadas, triste, anónimo, el día será igual que la noche.
o Al último rey moro de Granada, Boadil el Chico . o El velo . Traducción de Víctor Hugo. o Vanidad de la vida * Fantasía . o Tenacidad . o Soneto . o Tempestad de verano * Fragmentos . o Recuerdo a N. P. D. o La niña C. D. G. o A una calavera * Fantasía . o Las hojas secas * A mi madre . o A Blanca . o Canción . o El crepúsculo de la ...
Víctor Hugo. Francia: 1802-1885. Poemas. Textos digitales completos. A una mujer. Alborada. ¡Ay!, ¡cuántos capitanes y cuántos marineros... Ayer, al anochecer. Booz dormido.
Víctor Hugo LOS MISERABLES. ÍNDICE PRIMERA PARTE FANTINA LIBRO PRIMERO: Un justo I. Monseñor Myriel II. El señor Myriel se ... Las obras en armonía con las palabras LIBRO SEGUNDO: La caída I. La noche de un día de marcha II. La prudencia aconseja a la sabiduría III. Heroísmo de la obediencia pasiva IV. Jean Valjean V. El interior de la ...
Víctor Hugo y la Tumba. Poema original: Escrito en 1888, y publicado en febrero de 1889. Iba a morir el genio. ¡Paso! dijo a la Tumba, con voz que en el espacio misteriosa retumba produciendo infinita, suprema conmoción. La Tumba, inexorable siempre, ruda y severa, contemplando al coloso gigante, dijo: «¡Espera!
