Resultado de búsqueda
SVETLOVIDOV. -«¡Retumbe tu repleto vientre, escupe fuego, arroja agua! ¡Ni la lluvia, ni el viento, ni el trueno, ni el rayo son mis hijos; no os acusaré de ser crueles conmigo! ¡Oh elementos! Ni os di mi dinero, ni os llamé hijos, ni me debéis obediencia.».
Canto del cisne Poema original: Demencia: el camino más alto y más desierto. Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas. Roncan los extravíos; tosen las muecas y descargan sus golpes, afónicas lamentaciones. Semblantes inflamados; dilatación vidriosa de los ojos en el camino más alto y más desierto. Se erizan los cabellos del ...
Como siempre les llevaba migas de pan en el bolsillo, los cisnes, y hasta los gansos, llegaron a conocerlo y a seguirlo. Allí, a la sombra de los árboles, en las horas muertas de la meditación, recordó la hermosa leyenda del canto del cisne. El cisne, esa ave armoniosa y blanca, siempre en la mudez del misterio, canta sólo al morir, una ...
El canto del cisne 01_Maquetación 1 4/3/15 19:47 Página 16. Se levantó, se acercó a la estatua y con gran delicadeza tocó uno de los pliegues de bronce, como si cuestionara la posibilidad de la nada eterna. —Tengo una hermana que vive en Dallas, se casó muy joven con un ferroviario de allí. Y oye, Texas es un estado muy bonito.
24 de oct. de 2020 · Sus miradas se encontraron, y Celia abrió la boca de sorpresa, lo miró fijamente y se vio obligada a apartar los ojos. Posiblemente la expresión de esa mirada anticipó, amenguándola, la impresión de las palabras. El cisne cerró los ojos. —Me muero —dijo. Celia dio un grito y tiró violentamente lo que tenía en las manos.
El canto del cisne. Agatha Christie. Traducción: C. Peraire del Molino. I. Eran las once de una mañana de mayo en Londres. El señor Cowan estaba mirando por la ventana, de espaldas a un magnífico salón de una suite del Hotel Ritz. La suite en cuestión había sido reservada para madame Paula Nazorkoff, la famosa cantante de ópera que ...
composición, un soberbio poema épico titulado "El canto del cisne". El tiempo pasó sin sentirse hasta que el viento anunció, a través de las ramas de los árboles, que el sol se hundía entre las montañas. Entonces el poeta entendió y alzó la mirada. Había terminado de escribir.