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Un día, pasó por el bosque un joven príncipe con su corte, y los enanitos, alertados por el ruido, corrieron a ocultar a Blancanieves. Durante el camino, se dieron cuenta de que esta todavía tenía un trozo de manzana en la boca y, al quitárselo, comenzó a despertar. En ese momento, llegó el príncipe, quien quedó prendado de la ...
Descubre el cuento El Sastrecillo Valiente con MundoPrimaria donde encontrarás cuentos infantiles para contar a los niños de primaria antes de dormir ... ¡Aquí puedes leer qué clase de hombre soy! El gigante leyó: “SIETE DE UN GOLPE” y, pensando que se trataba de hombres derribados por el sastre, empezó a mirarle con más respeto. De ...
24 de may. de 2017 · Una de las muchas iniciativas que lleva a cabo Pandora Mirabilia es la llamada Un cuento propio. Historias para escuchar, heroínas por descubrir, un proyecto de audiocuentos infantiles en el que se presentan mujeres de la historia a través de narraciones ‘contadas y cantadas’. Las historias se basan en mujeres que existieron realmente ...
El amor que ustedes sienten hacia ella es muy hermoso. Se arrodilló frente a Blancanieves y la besó tiernamente. La joven abrió los ojos asombrada. Los enanos se acercaron locos de contentos al ver que su buena amiga se había recobrado y le contaron lo sucedido. -Si tú lo deseas serás mi esposa -.
21 de oct. de 2013 · Un pato, un cerdo, un cordero y la anciana corrieron tras él para comerlo pero no le alcanzaron. Finalmente un zorro astuto logró, mediante artimañas, comérselo. Moraleja: No siempre se gana y siempre habrá alguien más listo que intentará salirse con la suya. Lee el cuento completo de El Hombre de Jengibre. El cuento del Hombre de ...
Blancanieves y los siete enanitos. Blancanieves vagó por el bosque sin saber muy bien qué hacer. De repente, en un claro descubrió una pequeña casita: golpeó a la puerta, pero como nadie respondió y estaba muy cansada, entró. En el interior de la casita todo era pequeño: la mesa estaba servida con siete platos con sopa, siete vasos y ...
Cuento Pulgarcito. Érase una vez un pobre campesino que, una noche mientras atizaba el fuego y su mujer hilaba junto a él, se lamentaba de no tener hijos. – ¡Qué triste es no tener hijos!- exclamó-. Nuestra casa siempre está silenciosa, mientras que en las demás hay alboroto y alegría. – ¡Es cierto! -dijo la mujer suspirando-.
