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  1. Bueno, en la fábula el cuervo y el zorro la historia comienza así: el cuervo negro y horroroso, la carne de unos pastores robó (en otra versión es un trozo de queso), antes de que éstos lo atraparan este pájaro voló y en la rama de un árbol se posó. (Te invitamos a leer la fábula sobre la cigarra y la hormiga también te puede gustar).

  2. 6 de feb. de 2024 · Esta publicación explora las características más importantes de la conocida fábula de Esopo El cuervo y el zorro. Analiza el conflicto entre estos dos personajes y la lección moral que nos enseña sobre la vanidad y la astucia. Detalla cómo el zorro engaña al cuervo para que suelte el pedazo de queso que lleva en el pico a cambio de promesas vanas.

  3. Una mañana muy temprano, un zorro está caminando por el bosque. Él tiene hambre y está buscando algo para comer. Ve un cuervo sentado en la rama más alta de un árbol. El cuervo tiene un pedazo de queso en el pico.

  4. El zorro, en realidad, no hizo ningún movimiento para marcharse, sino que esperó el tiempo justo. El cuervo, como estaba lleno de vanidad, abrió el pico y empezó a cantar. Esto hizo que el trozo de queso cayera y aterrizara justo a los pies del zorro, que no dudó ni un segundo en metérselo a la boca de un solo bocado.

  5. Atraído por el aroma, un zorro que pasaba por ahí le dijo: -¡Buenos días, señor Cuervo! ¡Qué bella traza tienes! Si el canto corresponde a la pluma, tu tienes que ser el Ave Fénix. Al oír esto el cuervo, se sintió muy halagado y lleno de gozo, y para hacer alarde de su magnífica voz, abrió el pico para cantar, y así dejo caer el queso.

  6. Un día, se encontraba un cuervo encaramado en la copa de un árbol, degustando un rico trozo de queso. Bajo el árbol que habitaba el cuervo, merodeaba una zorra que había sido atraída por el olorcillo del queso. – ¡Buenos días, señor cuervo! ¡Qué bello plumaje viste! Desde luego, si su canto es igual a su plumaje….

  7. El cuervo callaba. Miró hacia abajo y contempló al zorro, amable y sonriente. – usted buenos días –repitió aquella, comenzando a adularle de esta manera– Vaya, ¡que está usted bien elegante con tan bello plumaje! El cuervo, que, como ya sabemos era vanidoso, siguió callado, pero contento al escuchar tales elogios. – sí ...

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