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3 de feb. de 2021 · “Odio y amor” (Juan Zorrilla de San Martín) El alma anhela amor: ley es del cielo; y anhela aborrecer: ley de la tierra… Odio y amor, indefinible anhelo, que, del hombre infeliz, la historia encierra. Infeliz yo no soy, más que un desvelo, una ilusión mi bienestar destierra. ¿Amaré a mi verdugo? Tengo miedo… Odiar a mi ...
21 de sept. de 2016 · Conoce también: 5 poemas latinoamericanos para leer cuando sufres de desamor. 1. “Acabar con todo” (fragmento), Octavio Paz. Arde en la soledad que nos deshace, tierra de piedra ardiente, de raíces heladas y sedientas…. Arde, furor oculto, ceniza que enloquece, arde invisible, arde.
En este listado de poemas que hablan del odio, podrás leer lo que Robert Frost pensaba sobre este sentimiento, los deseos de venganza de Louis Alexander Mackay y los sentimientos de rabia, rencor y cólera de Adelardo López de Ayala.
Aquí encontrarás una selección de 10 poemas que exploran los oscuros rincones de estas emociones tan intensas y contradictorias. Desde el amor apasionado que se convierte en odio, hasta el odio que esconde un amor profundo, estos poemas te llevarán en un viaje turbulento a través de los sentimientos más complejos.
Odiando lo que no tengo, lo que la frustración no se ha llevado. Quiero decirte que no encuentro salida, Que aunque he intentado no hay cura ni tratamiento para sanar mi herida. Para dejar de odiar a alguien no existe remedio o medicina; Solo existe un acto igual de fuerte para apagar la agonía, Solo una vida puede pagarse con otra vida,
EL AMOR Y EL ODIO. El amor y el odio se fueron de fiesta, el amor le dijo: que el siente su penas. El odio de inmediato, a éste respondió: que en todas mis penas, sólo mando yo. El amor le dijo: que el siente su mal, y el odio de inmediato, lo mando a callar. El amor le dijo: yo quiero encantarte.
DEIBIS 22 de mayo de 2008 a las 09:23 Es cierto, aquello que dice que del amor al odio hay un solo paso. Y es que cuando estamos enamorados no mirados el lado negativo de una relación, más bien la empañamos y nos hacemos los ciegos, pero ¡ay! cuando afloran los problemas y no tenemos la suficinete capacidad para enfrentarlos y corregirlos.
