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El cuervo - Edgar Allan Poe - Ciudad Seva - Luis López Nieves. [Poema - Texto completo.] Edgar Allan Poe. Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe,
Dijo el cuervo: “Jamás”. XVI. “Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo Por Dios, por mí, por mi dolor acerbo, Por tu poder fatal, Dime si alguna vez á Leonora Volveré a ver en la eterna aurora Donde feliz con los querubes mora.”. Dijo el cuervo: “¡Jamás!”. XVII.
Escrito por Edgar Allan Poe en 1827. Traducido por J. PÉREL BONALDO. Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones, sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones. inclinaba soñoliento la cabeza, de repente.
Dijo el Cuervo: “Nunca más”. “¡Por el cielo que miramos, por el Dios al que adoramos! oh profeta, o ave, o diablo, Espíritu del mal. Di si mi alma adolorida podrá luego, en otra vida, abrazar a la áurea virgen que aquí en vano he de llamar ¡A la que se oye “Leonora” por los ángeles nombrar! Dijo el Cuervo: “Nunca más”.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". "¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás; ¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal! ¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad! ¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!" Dijo el cuervo: "Nunca más".
17 de oct. de 2023 · Mas el Cuervo arrancó todavía de mis tristes fantasías una sonrisa; acerqué un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta; y entonces, hundiéndome en el terciopelo, empecé a enlazar una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, lo que este torvo, desgarbado, hórrido, flaco y ominoso pájaro de ...
EL CUERVO Edgar Allan Poe Una vez, en la lúgubre media noche, mientras meditaba débil y fatigado sobre el ralo y precioso volumen de una olvidada doctrina y, casi dormido, se inclinaba lentamente mi cabe- za, escuché de pronto un crujido como si al- guien llamase suavemente a la puerta de mi alcoba. «Debe ser algún visitante», pensé.