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  1. Oscar Wilde. En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada. Por todo lo cual era muy admirada.

  2. El príncipe feliz (título original: The Happy Prince) es un cuento de hadas escrito por el poeta, escritor y dramaturgo irlandés Oscar Wilde. Fue publicado por primera vez en 1888 en El príncipe feliz y otros cuentos. Fue escrito dos años después de haber nacido el último hijo del autor, Vyvyan Holland.

  3. Todo el mundo admira su belleza, y muchos desean ser algún día tan felices como el Príncipe Feliz. Un día, una Golondrina vuela sobre la ciudad. Sus amigas partieron a Egipto semanas antes, pero ella se quedó porque estaba enamorada de un bello Junco al que había conocido en la primavera.

  4. www.cuentoscortos.com › cuentos-clasicos › el-principe-felizEl príncipe feliz - Cuentos Cortos

    Cuentos clásicos. Autor: Oscar Wilde. Edades: A partir de 6 años. Valores: bondad, amor, sacrificio, amistad. Por encima de la ciudad entera, encima de un pedestal, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba hecha de finísimas hojas de oro, tenía por ojos dos deslumbrantes zafiros y un rubí rojo en el puño de su espada.

  5. Resumen y sinopsis de El príncipe feliz de Oscar Wilde. La estatua del Príncipe Feliz estaba cubierta por hojas de oro, sus ojos eran dos zafiros, y tenía un rubí en el puño de su espada.

  6. En «El Príncipe Feliz», cuento de Oscar Wilde, se narra la historia de una estatua dorada que, situada sobre una alta columna, observa las miserias de la ciudad. Una golondrina que se detiene en su camino hacia Egipto se convierte en su mensajera, llevando a cabo actos de generosidad inspirados por la compasión de la estatua.

  7. EL PRÍNCIPE FELIZ. Dominando la ciudad, sobre una alta columna, descansaba la estatua del Príncipe Feliz. Cubierta por una capa de oro magnífico, tenía por ojos dos zafiros claros y brillantes, y un gran rubí centelleaba en el puño de su espada.

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